jueves, 3 de octubre de 2013

Taquitos de rock en salsa verde



25 anécdotas en 25 años
3/25 Taquitos de rock en salsa verde

Les comparto este texto que leí en septiembre de 2013en el Museo del Chopo durante la presentación del libro Rock en Salsa Verde compilado por Jorge Velasco.


Taquitos de rock en salsa verde

¡Joven, señorita! lleve sus tacos, sus taquitos de rock en salsa verde. Pásele saboree esta historia que pronto cumplirá 60 años. Para los desmemoriados, para los que sienten que ellos inventaron la salsa verde y que es la más auténtica del planeta, para los rockeros primerizos, para los veryoriginals que asistieron a Avándaro, para los rockeros de hueso colorado. Pásele para todos hay historias.
Jorge Velasco —músico, economista y etnomusicólogo— nos invita a disfrutar de una serie de textos sobre el rock hecho en casa, compilados en el libro Rock en Salsa verde.  El editor es Jorge García Robles y está publicado por Uva Tinta Ediciones con el apoyo de Conaculta. Es un acierto definir como microhistorias esta compilación.Se trata de cachos, trocitos,  retazos con hueso para saborearse un buen caldo en salsa verde.  Historias sazonadas por las plumas de José Agustín, Parménides, Oscar Sarquíz, Víctor Roura, Julia Palacios, Federico Rubli, Xavier Quirarte, Carlos Baca, David Cortés, Malacara, José Luis Pluma, Chelico, Benjamín Anaya, Enrique Blanc, Pacho, Merced Belem Valdés, Pantoja, Paty Peñaloza,Alejandro González, Rockdrigo, Hugo Sernay la que escribe.
Jorge Velasco nos presenta en cuatro grandes capítulos la historia del rock en México que resume en canciones: Ahí viene la plaga, le gusta bailar (fines de los cincuenta, principios delos sesenta, años dorados del rocanrol, apropiación de lo ajeno); Prefiero en mi cerebro caminar…(fines de los sesenta, hipismo, onda chicana); Muchos azules enla ciudad(década de los setenta, Avándaro, represión y hoyos fonquis) y Venganza, venganza de Moctezuma (década de los ochenta, boom del rock en español y diversificación). Me hubiera gustado escuchar más su voz presentando cada capítulo, pero entiendo que no fue posible por razones de espacio.
La historiadora Julia Palacios nos regala una precisa descripción de la forma en que se introdujo el rock and roll en México. Jóvenes que habían importado la moda de allá para hacerla acá. De jóvenes que hasta construyeron sus propios instrumentos de manera doméstica.
La investigación de Rubli sobre la verdadera identidad de la encuerada de Avándaro es una muestra que a veces escribir la historia del rock en México se vuelve una hazaña de investigador privado. Con una lupa andas siguiendo las huellas de una foto, de un nombre, de un disco. Te metes a los archivos privados y públicos, hasta donde la ley de acceso a la información te lo permite.
La historia de los hoyos fonquis es terrorífica, es la época oscurantista del rock en México, Arana y Parménides la describen puntualmente. La analogía que hace Arana entre el infierno de Dante y los hoyos es de lo más atinada. En mi libro Sirenas al ataque (historia delas mujeres rockerasmexicanas ) hablo de los hoyos fonquis durante los ochentay noventa y los denomino hoyosaurios, como una práctica que no se acaba, como una herencia del pasado que no nos hemos podido quitar: la gandallez de los organizadores, portazos, equipo de audio en pésimas condiciones, el público aventando porquerías a los músicos.
Celebro los textos de  Víctor Roura sobre el rock de los setenta, de Carlos Baca sobre el compositor Pájaro Alberto y el músico-productor Armando Nava, de José Agustín  sobre Javier Bátiz. Estos personajes son piedras angulares del rock en México.Me llama la atención el Manifiesto de Los Músicos escrito en 1972 publicado por Merced Belem Valdéz donde solicitan fuentes de empleo al Sindicato de Músicos y difusión en la radio. Este manifiesto no tiene vigencia, sigue tan actual. Dice “demandamos la atención de las empresas de televisión para que hagan programas que nos interesen y nos ocupen… Condenamos a las radiodifusoras especializadas por su total ignorancia de lo que es buena música… Condenamos a las compañías grabadoras por su falta de profesionalismo…y desinterés por grabar grupos y bandas mexicanas”. La historia se repite aunque con sus matices. Ahora ya puede haber conciertos masivos sin que terminen en trifulca y represión. En los dos miles la gran mayoría de las bandas se autoproducen sus conciertos y están al margen del Sindicato de Músicos, pero siguen faltando espacios para los conciertos de rock. En cuanto a la difusión del rock mexicano, ahora tenemos herramientas como el youtube yel myspace, como bien señala en su texto Paty Peñaloza,  que son un oasis ante la oferta de las radiodifusoras y las televisoras comerciales donde prácticamente no existimos.
Me gustó que incluyeran al grupo MCC, creo que Mario Rivas ocupa un lugar especial en la historia del rock en México por su talento  y su carisma. Jorge Velasco formó parte de esta banda incomprendida en su momento pero con un sonido extraordinario.
En cuanto a los autores de esta compilación, me faltó leer la pluma de Chava Rock y Rodrigo Farías.Nuestra historia del rock mexicano va a cumplir 60 años y nos queda tanto por escribir aún. Rock en salsa verde permite un primer acercamiento sobre  la historia del rock  en 173 páginas, sin tener que leernos los cuatro tomos de Guaraches de Ante Azul, la historia del rock mexicano escrita por Federico Arana.
En la introducción de Rock en Salsa Verde, Jorge Velasco nos recuerda su visión de la música  empleada en su libro anterior El Canto de la tribu. Para él los sonidos  reflejan una época y lugar determinados. El rock mexicano es parte de una tribu, de una fraternidad, de un guetto y el canto convoca a la especie, reúne a la cofradía. Así hoy, estamos reunidos cantando y celebrando que hay taquitos de rock en salsa verde. Buen provecho.

jueves, 11 de julio de 2013

Tienes el poder y la magia



25 anécdotas en 25 años de historia
2/25 “Tienes el poder y la magia”


Les comparto un texto que escribí en agosto de 1993, poco después de mi primera gira a Europa. A la distancia creo que fue un viaje muy formativo. Acababa de tronar con mi banda Esquina Bajan y necesitaba probarme a mí misma que yo solita podía.  Llegué a casa de amigos de amigos, todos me abrieron su corazón y su amistad. Tenía 25 años.

Mi viaje al otro lado del charco
Me lancé a la aventura, con mi mochila a cuestas, mi guitarra electroacústica y una libreta de direcciones y teléfonos. No tenía asegurado nada, ni dónde hospedarme ni mucho menos algún concierto. Intenté conseguir alguna tocada en Italia pero el no saber el idioma y la desventaja que muchos italianos no hablan inglés me dificultó hacer contactos. Las paperas que me dieron en Padova, me bajaron la moral terriblemente. Cuando me repuse llegué a Zurich en Suiza. Me ofrecían conciertos para septiembre, y yo para ese entonces ya estaría en México. No fue sino hasta que llegué a Bélgica, cuando di mi primer concierto el 7 de mayo en la Ciudad de Gante. Toqué en el Club latino “Duke” con el grupo del saxofonista mexicano Luis Márquez. En el bajo y la guitarra me acompañaron dos belgas y en las percusiones otro mexicano.
Un saxofonista negro de Nueva York, que andaba por ahí, se me apareció como un ángel. “Tienes el poder y la magia, gracias por todo lo que me diste durante el concierto” –me susurró. Esas palabras me acompañarían durante mi viaje y fueron una vitamina para los momentos de flaqueza. El segundo concierto fue en Amberes, Bélgica, en un evento de solidaridad con Cuba el 8 de mayo. Al público me dirigí en español porque había muchos latinos. En este país participé en los programas “La hora del Chaman”, “Voz Latina en Radio Central; “Amanecer Latino” en Radio Zuiderlicht y en Studio Brussel.
En París fui invitada a Radio Latina al programa “Ensalada mexicana“ que conducía Jorge Saldaña. Con ese mismo locutor participé en un programa que se transmitía en vivo desde los Estudios del Hotel de Ville hacia la Ciudad de México para  XEDF.
El 25 de mayo me presenté en un centro cultural —tipo hoyo fonqui— llamado “Kornzert”, en Hannover, Alemana, en un evento contra el racismo. Alterné con una banda nombrada ¿Qué pasó con Rachel? Aunque había poco público, los chavos se portaron de lo más respetuosos y atentos conmigo. Aquí sí me dirigí a la gente en inglés, para explicar el contenido de mis rolas. Siempre canté en español.
Para el 1 de junio toqué en Arhus, Dinamarca, en el Centro Internacional de Estudiantes. En este concierto me sentí como maestra, mi público eran chicos deseosos de aprender español. Mis canciones las intercalaba con comentarios, chistes o anécdotas sobre cómo vivimos en la Ciudad de México, el metro, la sobrepoblación, el desempleo, la histeria y la contaminación, entre otras cosas. Tuve que salir tres veces a dar las gracias, no me dejaban ir.  Ya para despedirme, salió el ”Y volver, volver, volver”, de mi ronco pecho. Para fines de junio, me trasladé a España, donde pensé que por hablar el mismo idioma, me podría mover más fácil. Sin embargo, después de una amarga experiencia que tuve en Barcelona, no me sentí tan entre cuates.
Para el 24 de junio tenía apartado un concierto en el Instituto de México en España, que dirigía entonces Víctor Sandoval. Estuve a punto de cancelarlo porque en Barcelona, dos días antes del concertó en Madrid, me corté el dedo medio de la mano izquierda, tratando de partir una naranja. Como la sangre no paraba, busqué una farmacia de 24 horas, sin resultado. Hasta que en el metro, un chico de dieciocho años estudiante de enfermería se apiadó de mí y me llevó al hospital. Yo estaba sola en la ciudad sin conocer  nadie.
Finalmente me cosieron y me inyectaron contra el tétanos.  Esa noche soñé que me robaban mi guitarra. A la mañana siguiente mi café con leche me supo más salado que nunca, no podía dejar de llorar. Escribir fue mi único consuelo.
Una parte de mi hubiera querido olvidarse de esta aventura, de los conciertos y regresar inmediatamente a México. Sin embargo, no sé de dónde tomé fuerzas y pensé que podría tocar con tres dedos. De  un día para otro tuve que redigitar todas las canciones y así me presenté. El público fue maravilloso, yo sentí que me desgarraba por dentro. Cuando canté “Al son de Sansón” a capella  —fue la única rola que no me dio tiempo de rearreglar— la gente vibró conmigo.
En el mes de julio estuve en Hamburgo, Alemania. Aquí toqué en la Uni-mensa, un auditorio de la Universidad de Hamburgo, alternado con Canela un grupo femenil de salsa de cuba. En este evento me molesté fuertemente con el organizador, un peruano llamado Persy, que no me quiso pagar, argumentando que no había llegado el público que esperaba (¿no les parece cotidiana esta escena?).
El 15 de julio fue mi último concierto en el teatro Monsun patrocinado por el consulado de México en Hamburgo.  Un chico peruano me hizo el diseño de las luces y apoyó muy bien las canciones. Participé en dos programas radiofónicos “Radio Tropical” de la estación Jazz Well Plus y “Ritmos” realizado en Hamburgo y transmitido hacia Latinoamérica (Radio Venceremos en San Salvador y Radio Liberación en Estelí, Nicaragua).
Para entonces yo ya deseaba regresar a México, la nostalgia me tenía secuestrada. Mis raíces, mi familia y amigos están en mi país. La aventura llegaba a su fin. Viajar es mirarse en un espejo yo  encontré a una Tere con una capacidad de resistencia, tenacidad y coraje que desconocía. Siento que no soy la misma. Ahora sé que en ningún lugar del planeta será mejor, si uno no cree en lo que hace.
**Epílogo
Tres años después en 1997 grabé Encuentros cercanos conmigo, canción que refleja esos momentos de mi vida.
        En esta foto aparezco con el dedo recién cosido en el Instituto de México en España
                                             Aquí estoy en la Universidad de Hamburgo
 Este es el volante del concierto en el Monsun Theater en el barrio de Altona en Hamburgo

Les dejo el link de la rola Encuentros cercanos conmigo. En el violín Lalo Olivares (Que en paz descanse) GRACIAS POR TU TALENTO AMIGO, DONDE QUIERA QUE ESTÉS.
http://soundcloud.com/tere-estrada-mx/01-tere-estrada-encuentros

 

miércoles, 24 de abril de 2013

Oye chava en la ENAH

25 anécdotas en 25 años de historia
1/25 Oye chava en la ENAH
Nos juntábamos en las jardineras. Rolaban las guitarras, los bongoes, las quenas o las armónicas. En medio de los edificios de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, el Tolón, el Vampiro, el Neto, Norma Cuellar, el Doc, Arturito, Armando y yo  nos juntábamos a guitarrear.  Podían ser los Beatles, Los Rolling o Los Animals. A veces era Rockdrigo, Trolebús, Arturo Meza o el Tri,  o quizá una canción de alguno de nosotros. Eran fines de los ochenta y la radiodifusoras Espacio 59 y Radio Educación eran los medios para saber que estaba pasando en la escena musical.
Recuerdo los gritos de El Vampiro, mientras estábamos en clase de Metodología con María Luisa Castro. La jardinera que él había elegido para exorcizar sus demonios daba justo debajo de la ventana del salón. Mientras María Luisa nos hablaba de Sócrates, El Vampiro cantaba a todo pulmón su versión  en español de “The house of the rising sun” de Los Animals.  El Vampiro cantaba tipo ópera y se ponía morado después de interpretar varias canciones. Su cabello era negro y quebrado, su frente amplia y su nariz prominente.
También se juntaba con nosotros Luis del Valle quien estaba en el grupo de teatro de la Facultad.  Luis nos propuso hacer la música para la obra de teatro “El  enemigo de clase” que estrenarían en unos meses. Las rolas hablaban de buscar tu camino más allá de la escuela, un poco al estilo de The Wall. Eran personajes outsiders, incomprendidos y así nos sentíamos después de todo,  buscando una identidad como personas y músicos en medio de temas sociales. Ensayábamos en la colonia Portales en la azotea de la casa del Vampiro. Rafa, el hermano de Luis del Valle se sumó a la banda con su batería y alquilábamos los amplificadores para hacer ruido con las guitarras. Yo no tenía guitarra eléctrica entonces, sólo mi guitarra de palo y mi presencia en la banda era más requerida como cantante o corista. Los ensayos terminaban con una fila inmensa de caguamas. Yo en ese tiempo no tomaba ni vino, pero compartía la fiesta y la emoción de sentirme parte de una banda.
Arturito tenía su pelo chino a la mitad de la espalda y siempre estaba sonriendo. Su voz era muy aguda y hablaba muy quedito. Siempre cargaba su guitarra rajada, pero una vez llegó a las jardineras con su guitarra rota. “¿Qué pasó Arturito?”, le preguntamos y nos contó una historia de agandalle y apañón de la tira. Su rola “Zapatos color peyote” nos encantaba. Un día llegó con el pelo rapado con el semblante triste y sin su lira.  Había sufrido otro agandalle pero más rudo. Fue el principio del fin. Después desapareció y meses después alguien nos contó que murió ahogado en las playas de Oaxaca.
Armando tocaba la quena y los bongoes, también la guitarra. Traía la música por dentro, estar en Ciencias Políticas era como un accidente. El nos contactó con Arturo Meza para tomar un curso de música orgánica en la facultad. Tolón había estudiado guitarra clásica con varios maestros y siempre tenía sus uñas largas bien cuidadas.  Su pelo largo y lacio le daba un aire de indio yaqui. Neto escribía unos textos de ciencia ficción increíbles, era la guitarra líder de nuestra banda sin nombre. Su look era más tipo new wave, pelo corto y raya al lado.
“Oye chava” era un texto que traía en mis cuadernos de apuntes de la escuela, al lado de los de historia de México y teoría social.  Los lunes y los miércoles me quedaba de una a tres de la tarde en la facultad a hacer tiempo en lo que iba a mis clases primeras clases de canto con el maestro Roberto. En algún momento de ocio estando en la biblioteca comencé a escribir:
Oye chava tienes ganas de crear mundos justos
 y te das topes con la barda de tu misma casa
ni el temblor la derrumbó
necesitas temblar en tu interior
El terremoto de 85 era un acontecimiento todavía vivo en nuestras memorias, la devastación de la ciudad nos había dejado con el alma apachurrada.  Acababan de pasar las elecciones del 88, era la primera vez que votábamos y teníamos la sensación de que alguien nos había estafado. La canción de Charlie  García “Nos siguen pegando abajo”  que escuchábamos en la radiodifusora Espacio 59 reflejaba nuestro estado de ánimo.
Yo sentía que si quería cambiar la corrupción y la injusticia social tenía que empezar por mí. Nunca milité en algún partido porque sentí que no era mi camino, pero hacer canciones era la manera de compartir con el mundo lo que sentía una joven de 20 años en una de las ciudades más pobladas de la tierra.
En casa terminé la rola y la estrené en un concierto que alguien de la banda sin nombre consiguió en la ENAH. No tocamos como grupo, cada quien se echó unas tres rolas y yo interpreté “Oye chava”. Los compañeros del grupo me la aplaudieron mucho. Recuerdo la cara de asombro del Neto, “está bien chida esa rola, se me hace como de Janis Joplin”, me dijo.
Con el tiempo Tolón entró como guitarrista de Antidoping y grabó varios discos. El Vampiro tuvo varias bandas, una de ellas con el pintor y músico Nacho Alfonso.  Tolón tuvo el mismo destino que Arturito murió ahogado en las playas de Oaxaca hace algunos años. El Vampiro murió atropellado hace más de un lustro. Armando se dedicó a viajar por el mundo con su música y terminó formando una familia en el Reino Unido y viviendo de tocar. De Neto no volví a saber nada. Yo sigo tocando, soy sobreviviente,  vi a Nina Hagen en vivo y entendí  que mientras el cuerpo aguante hay que compartir el canto y las historias.