martes, 15 de febrero de 2011

El discurso femenino en las rockeras mexicanas

El discurso femenino en las rockeras mexicanas
por Tere EStrada.22/11/2002.

“Son tantas las cosas que todavía me quedan por hacer
además de pegar el botón de tu camisa”
“El Botón”
Hebe Rosell


Las canciones son espejos que muestran los modos de pensar, vivir y sentir de toda una época, exponen los ideales y las tradiciones de una etapa histórica. En este breve análisis de letras interpretadas por mujeres rockeras desde fines de los cincuenta a nuestros días se encontrará cómo ha ido cambiando su papel en la sociedad y cómo de ser musas se volvieron músicas.

“De cachetito no”
Desde que el rocanrol llegó a México a fines de los cincuenta existieron mujeres que empezaron a cantarlo y difundirlo. ¿Qué les era permitido cantar? Las letras reflejan esta etapa donde las mujeres tenían relaciones de “manita sudada”  y  eran vírgenes hasta el matrimonio. La moral imperante vigilaba severamente los comportamientos  de los y las jóvenes. En ese tiempo las chicas cantaban en español covers de hits norteamericanos, ingleses o italianos. Su participación era más como intérpretes y normalmente, los directores artísticos de las compañías disqueras decidían su repertorio.
En general, los temas de las letras hablaban sobre las características de los novios, la relación de respeto con los padres, el amor y el desamor, el comportamiento “adecuado” para las mujeres.
 Quizá más atrevidas en lo que cantaban eran Vianey Valdés con “Mis siete novios” y Julissa con “Ven cerca”, que por su interepretación llena de pujidos, es decir,  tan “provocadora” fue vetada en la radio. Vianey Valdés fue una cantante transgresora al aparecer en televisión con pantalones y embarazada, algo inaudito para los cánones morales de la televisión mexicana de esa época.
Otra mujer que rompió con la imagen de la adolescente tierna y conservadora fue “Baby” Bátiz, quien llegó a la Ciudad de México junto con su hermano Javier en la llamada invasión de las huestes fronterizas. Estos músicos estaban influidos por James Brown, The Beatles, The Kinks y The Rolling Stones, cantaban en inglés y penetraron con un nuevo sonido en los cafés cantantes. De esta camada surgieron, entre otras, Marisela Durazo del grupo Tequila y Jenny Silva de Los Stuckas. Ellas junto con Baby trajeron de la frontera el gusto por el rhythm and blues, el soul y el blues áspero y ácido.
Las interpretaciones de “Baby” distaban mucho de las cantantes de balada rocanrolera de este período. Ella era más transgresora en su manera de cantar en los cafés cantantes, porque podía hacerlo libremente y escoger su repertorio sin cortapisa. En contraste cuando grabó su primer disco le decían en una disquera: “No cantes con  mucha onda [es decir con la voz aguardentosa y nasal] porque eso no vende”.[1]

“La respuesta está en el precio”

Para fines de los sesenta México no sólo estuvo invadido de música nueva, también de otras ideas, filosofías y creencias. Empezaron a verse hippies nativos que rechazaban la moral imperante y se apasionaban por experiencias musicales, literarias y farmacológicas. Un factor importante para la liberación sexual fue el incremento de la comercialización de las píldoras anticonceptivas. Las jóvenes de clase media estaban adoptando una nueva actitud respecto a sus propios cuerpos, desafiando a las mentes conservadoras e impactando fuertemente al autoritarismo patriarcal.
Esta época contracultural tuvo también sus representantes femeninas. Una de las más importantes fue Mayita Campos, cantante que algunos ubican como un híbrido entre Grace Slick del grupo Jefferson Airplane y Janis Joplin. Promovió el rock de esa época al participar diariamente en un programa juvenil de televisión. Interpretaba a Bob Dylan y Joan Baez. Vivió en comunas, al igual que la compositora Margarita Bauche y experimentó vivir una vida sin atavismos y sin prejuicios donde no había límites.
Por su parte, Norma Valdez y Malena Soto cantaban con el grupo Cosa Nostra: “We’ve been out and we’ve been in…all we want is to share with you/everything that we’ve got”. La idea era sintonizarse, estar en onda y compartir todo lo que se tuviera.
A fines de los sesenta gracias a la revolución sexual y la liberación femenina  las mujeres iniciaron su camino en la composición pero en el estilo folk. Margarita Bauche, (considerada como la Joan Baez mexicana) es un ejemplo de este período. Ella tocaba la guitarra y hacía música y letra en español. La fuerza de los textos y  la sencillez  de una guitarra acústica eran sus herramientas primordiales. Con sus canciones humanistas y de justicia social participó en el movimiento de 68. No hablaba de su condición de mujer ni de sus relaciones personales. Lo importante era cuestionar al sistema.
En los setenta la estafeta de Margarita Bauche sería retomada por otras compositoras que aunque iniciaron su camino en el folk y canción de protesta presentándose en las peñas, después incursionaron en el rock. En esta etapa las compositoras aún eran como agujas en un pajar. Tal es el caso de Laura Abitia y Emilia Almazán.
Otra mujer que participó en este período, aunque no como compositoras sino como letrista fue Angela Martínez que en los ochenta se desarrollaría como cantante del grupo punk TNT. En 1977 hizo un disco denominado Yo no canto por cantar dentro de la corriente de canción de protesta. Escribió temas relacionadas con la participación política, la lucha social, la explotación campesina y proletaria.

“Virginidad sacudida”

En los ochenta el rock se diversificó y las mujeres empezaron a incursionar en el rock progresivo, el punk, el techno y el new wave, no sólo como cantantes sino también como instrumentistas dedicadas. Así surgieron grupos femeniles o líderes de una banda. 
En los ochenta, ellas ya hablan sobre sí mismas y sus necesidades. Cantan sobre la urgencia de  tener el control y el mando en el encuentro sexual. Cuestionan la virginidad  y son defensoras del libre albedrío sobre su cuerpo. Otro de los temas es la soledad. A  pesar de tener una relación de pareja insatisfactoria, las mujeres no conciben la posiblidad de un cambio, están obstaculizadas por el temor a la soledad. Esta es una historia muy común en muchas mujeres mexicanas que son educadas en función de los hijos y el marido, careciendo de vida personal.

“Sexy marioneta”
En los noventa se dio una proliferación de instrumentistas y compositoras. La composición se volvió una herramienta fundamental para lograr autonomía en la industria del rock. Las mujeres dejaron de ser musas para volverse creadoras y actoras de su entorno.
En las letras las rockeras hablan de las parejas controladoras y represivas, manifiestan su desacuerdo en ser estatua de Venus, atractivo visual, cascarón voluptuoso.
A mediados de los noventa apareció una camada de mujeres tocando punk, hip hop,  grunge, death metal, trash metal, con apariencia andrógina. Estas jóvenes nacidas a fines de los setenta, con una actitud irreverente, se aventuran a tocar ritmos antes ajenos a las mujeres. Gritan de una manera ruda y directa lo que quieren del otro.  Las Ultrasónicas, un grupo femenil de surf-punk canta:“Vente en mi boca”, mientras que Violenta , otro grupo femenil dentro del estilo grunge dice: “orale pendejo pícate la cola”.
A través de este breve recorrido por el discurso femenino en el rockeras mexicanas se reconoce cómo ha ido cambiando su participación  en el medio. De ser sólo cantantes se volvieron compositoras e instrumentistas dedicadas. Pero además las letras de las canciones muestran cómo se fueron transformando, los sueños, las luchas, las obsesiones, los miedos, las pasiones y las necesidades de las rockeras.. A pesar de la falta de credibilidad a su desempeño como músicas, las rockeras mexicanas siguen tejiendo sueños, bordando fantasías y buscando su identidad. Sobrevivientes de muchas batallas son sirenas al ataque.



[1] comentarios de Baby Bátiz en el programa. “Rockeras. Diálogos en confianza”. Canal 11. México, D.F. 7 de enero de 2000.

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